La semana pasada tuvimos el privilegio de presenciar una clase magistral sobre masterización con el Lic. Ezequiel Morfi en el estudio C de Sala de Audio. A continuación una reseña de lo que ahí sucedió.
¿Qué necesito para poder masterizar bien? Lo más importante es conectar con el material a nivel emocional. Hay que hacer clic con la música y con el artista. En masterización es muy común que el cliente mande a hacer demos, o sea que manda el material a distintos lugares para luego escoger el que más le guste. No gana el que tiene las bocinas más caras o el que pone más procesadores o procesadores más caros. No gana el que lo hace más rápido ni el que más se tarda. Siempre gana el que hace el mejor clic con esa música; el que la entiende mejor 😎
Lo más importante es escuchar y hacer una conexión con la música
En segundo lugar, es imperativo conocer tu entorno a la perfección. La mejor garantía que un técnico de masterización le puede ofrecer a su cliente son sus años escuchando en su entorno. Pero es importante no rechazar un trabajo solo porque el entorno no es el ideal.
Para poder hacer una masterización fuera de su estudio, Ezequiel tendría que tomarse un par de horas para escuchar la música que él conoce en el nuevo entorno y así lograr entenderlo. Puede ser que las bocinas no estén en un estéreo perfecto, que estén demasiado cerradas o demasiado abiertas. O tal vez ese modelo de bocinas está diseñado para resaltar ligeramente los agudos y entonces todo sonará un poco brillante, o bien si los monitores tienen circuitos robustos de protección, los transitorios estarán mitigados y el material sonará un tanto opaco 🔈
Conoce el entorno en el que estás escuchando
Busca tres discos que conozcas a la perfección y que sean descriptivos en alguno de los tres parámetros del sonido que podemos encapsular: espectro, espacio y dinámica. Ezequiel tomaría esos tres tracks que tiene toda la vida escuchando en distintos entornos como estudios, coches, audífonos, etc. y los escucharía ahora en ese nuevo entorno para entender las características del espacio en el que se encuentra y así poder hacer una masterización correcta. Para poder masterizar algo fuera de su estudio, tendría que tomarse un tiempo escuchando la sala para identificar sus características y, con esa conciencia, poder trabajar.
¿Qué es masterizar?
A continuación, Ezequiel preguntó a los asistentes según ellos qué es masterizar. Contestamos que es subir el nivel de sonoridad del material. Darle detalles a la música. Hacer que todo el disco suene homogéneo. Hacer que el material tenga el nivel adecuado. Que es el proceso más técnico y menos artístico de la producción musical. Uno de nuestros alumnos dio muy cerca del clavo al decir que masterizar es ayudar a que la rola transmita el mensaje que se debe transmitir de la mejor manera. Dijimos que la masterización es la última oportunidad que tenemos para hacer algún ajuste antes de que el material salga al público, como cuando el sommelier prueba la producción de vino por última vez antes de embotellarlo y decide hacer un último ajuste para obtener el mejor vino que puede obtener. Y entonces Ezequiel nos dio su definición de masterización de la que me enamoré y nunca voy a olvidar: masterizar es potenciar el impacto emocional de esa música. Ezequiel Morfi, 2019.
Potencializar el impacto emocional de la música
¿Qué necesita ese material según tu criterio, tu bagaje cultural musical y tu sensibilidad? De todo lo que sabe hacer y los cientos de herramientas que tiene a su disposición, el técnico de masterización debe elegir qué necesita ese material. Si lo único que le falta al platillo es poner la aceituna en la pizza , ¡pon la aceituna en la pizza y listo! ¡Son mil dólares! 💵
Lo primero y lo más importante es identificar y decidir qué se tiene que hacer. Luego, cómo y con qué hacerlo: decidir la medida adecuada para lo que hay que hacer. ¡No hay que matar una cucaracha con un cañonazo! Debemos conocer nuestras herramientas y materiales a la perfección: saber si a ese platillo lo que mejor le va es endulzarlo con azúcar refinada, azúcar morena, miel de abeja, piloncillo, edulcorante ¡o si lo que le falta no es azúcar sino sal!
Escoger la herramienta y la medida adecuadas
Nos preguntó cuánto tardaríamos en correr 100 metros planos. ¿40 segundos? ¿30? ¿20? El objetivo debería ser hacerlo en unos 10 segundos, como los atletas olímpicos, aunque probablemente ninguno de nosotros podría lograrlo hoy. Pero si hoy empezamos a entrenar para ser corredores olímpicos de 100 metros planos, esa debería ser nuestra meta. Así, masterizar una canción debe llevarle a un técnico especializado en masterización unos 25 minutos. Una rola bien mezclada debe quedar lista en cuatro o cinco pasadas. Si ya pasaron 40 minutos sin distracciones y no haz terminado, hay algún problema. Quizás es mejor dejarlo para después, como si te pasas más de media hora escogiendo la comida en un restorán.
Llega el archivo al estudio y ahí comienza el trabajo. En tu estudio con tus herramientas pones play y escuchas con atención. Si logras hacer eso, tienes hecho el 60 % del trabajo. Apago pantalla y luces y escucho con atención. No me distraigo. Durante esa primera escucha, ya viste qué hay que hacer. Ya tienes en la mente cuál es la meta y cuál es el recorrido necesario para llegar a ella.
Ya viste el camino
Hoy el objetivo de la masterización es embellecer y mejorar el discurso musical y artístico de ese material. ¡Tiene que ser de acuerdo al material! ¿Quién no quiere agudos brillantes y detallados? ¿Bajos gorditos y fuertes? ¿Medios redonditos y bien definidos? ¡No todo el mundo quiere que su música suene así! ¡No necesariamente! Peter Gabriel o Radiohead no tienen agudos brillantes y detallados porque así es su concepto. El material y el artista pueden necesitar estéreos abiertos o cerrados, bajos gorditos y presentes o delgados y escondidos, dinámicas muy variadas o niveles dentro de un rango cerrado. Depende del material. No hay receta que sirva para todos. Un técnico de masterización es cotizado por saber reconocer qué necesita ese material en particular. Hacer clic con la música.
Con estas palabras nos despedimos por ahora. ¡Gracias por acompañarnos y nos leemos pronto!